La clave para lograr una buena programación de aparatos radica -en primer lugar- en conseguir movimientos que no sean muy simétricos; que no todos los focos se muevan al mismo tiempo.
También es importante trabajar diferentes velocidades. Está bien que haya diferencia entre el ritmo de la música y el de las luces. Se trata de crear un entorno dinámico pero acogedor de manera que el espectador no se sienta abrumado o mareado.
Por último, en estos casos, recomendamos utilizar también máquinas de humo, que generan un humo frío, que debe ser inapreciable. Nosotros trabajamos con HAZER porque no funciona calentando glicerina sino micronizándola. Al ser frío, consigue, con muy poquito, generar una atmósfera inapreciable y visible sólo ante el paso de un haz de luz. Este tipo de humo no se expulsa por chorros sino que genera una neblina muy sutil que es inodora y no molesta.